UNA HISTORIA DE ÁFRICA

Y SUS ALREDEDORES

UNA HISTORIA DE ÁFRICA

Y SUS ALREDEDORES

LA LEYENDA DEL HIERRO

Como era de esperar, el sendero se hizo abrupto, quebrado y duro. Fue hacia el interior, donde la tierra marcaba con un tajo el límite de las tierras húmedas con el secarral. Llegó con la respiración entrecortada por la subida y lo que observó, vivió y escuchó entre aquellos hombres, alegres, sencillos y de una profunda y tranquila sabiduría mantuvo a su corazón expectante. Porque cada detalle cobraba sentido, cada matiz aclaraba una duda y hacía más cercana la distancia entre la vida y los pensamientos del hombre. Se trataba de seguir, como si fuera una pista, el trazado marcado por las pequeñas obligaciones diarias y de mantener hacia los demás una actitud atenta y generosa.  Era como un juego donde las piezas encontraban su lugar de una manera natural y asombrosa a la vez, y ese feliz contraste le hacía sonreír continuamente por fuera y por dentro.

UNA HISTORIA DE ÁFRICA

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LA LEYENDA DEL HIERRO

Como era de esperar, el sendero se hizo abrupto, quebrado y duro. Fue hacia el interior, donde la tierra marcaba con un tajo el límite de las tierras húmedas con el secarral. Llegó con la respiración entrecortada por la subida y lo que observó, vivió y escuchó entre aquellos hombres, alegres, sencillos y de una profunda y tranquila sabiduría mantuvo a su corazón expectante. Porque cada detalle cobraba sentido, cada matiz aclaraba una duda y hacía más cercana la distancia entre la vida y los pensamientos del hombre. Se trataba de seguir, como si fuera una pista, el trazado marcado por las pequeñas obligaciones diarias y de mantener hacia los demás una actitud atenta y generosa.  Era como un juego donde las piezas encontraban su lugar de una manera natural y asombrosa a la vez, y ese feliz contraste le hacía sonreír continuamente por fuera y por dentro.

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Como era de esperar, el sendero se hizo abrupto, quebrado y duro. Fue hacia el interior, donde la tierra marcaba con un tajo el límite de las tierras húmedas con el secarral. Llegó con la respiración entrecortada por la subida y lo que observó, vivió y escuchó entre aquellos hombres, alegres, sencillos y de una profunda y tranquila sabiduría mantuvo a su corazón expectante. Porque cada detalle cobraba sentido, cada matiz aclaraba una duda y hacía más cercana la distancia entre la vida y los pensamientos del hombre. Se trataba de seguir, como si fuera una pista, el trazado marcado por las pequeñas obligaciones diarias y de mantener hacia los demás una actitud atenta y generosa.  Era como un juego donde las piezas encontraban su lugar de una manera natural y asombrosa a la vez, y ese feliz contraste le hacía sonreír continuamente por fuera y por dentro.

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Como era de esperar, el sendero se hizo abrupto, quebrado y duro. Fue hacia el interior, donde la tierra marcaba con un tajo el límite de las tierras húmedas con el secarral. Llegó con la respiración entrecortada por la subida y lo que observó, vivió y escuchó entre aquellos hombres, alegres, sencillos y de una profunda y tranquila sabiduría mantuvo a su corazón expectante. Porque cada detalle cobraba sentido, cada matiz aclaraba una duda y hacía más cercana la distancia entre la vida y los pensamientos del hombre. Se trataba de seguir, como si fuera una pista, el trazado marcado por las pequeñas obligaciones diarias y de mantener hacia los demás una actitud atenta y generosa.  Era como un juego donde las piezas encontraban su lugar de una manera natural y asombrosa a la vez, y ese feliz contraste le hacía sonreír continuamente por fuera y por dentro.

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