UNA HISTORIA DE ÁFRICA

Y SUS ALREDEDORES

UNA HISTORIA DE ÁFRICA

Y SUS ALREDEDORES

LA LEYENDA DEL HIERRO

La canción y sus pies le llevaron al norte, hasta el límite del desierto. A su alrededor los árboles se hacían más escasos y la luz se imponía sobre las sombras. Una roca, algún arbusto retorcido y luego sólo un horizonte infinito de dunas. Y un viento ante el que hasta el sol parecía rendirse. El viento agitaba la carpa de una JAIMA clavada entre dos dunas. Dentro volvía a sonar el ritmo, ahora más pausado y definitivamente más agudo, marcado por el martillo del herrero nómada. La hospitalidad brillaba en el rostro del INADAN y el muchacho le saludó con enorme respeto porque, al momento, supo que era esperado. Durante el tiempo que permaneció con los nómadas la poesía de las palabras se sumó a la enseñanza del gesto y al conocimiento que llenaba los silencios.

Allí donde, aparentemente, no había nada todo era esencial, cargado de valor, pleno de sentido.

UNA HISTORIA DE ÁFRICA

Y SUS ALREDEDORES

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LA LEYENDA DEL HIERRO

La canción y sus pies le llevaron al norte, hasta el límite del desierto. A su alrededor los árboles se hacían más escasos y la luz se imponía sobre las sombras. Una roca, algún arbusto retorcido y luego sólo un horizonte infinito de dunas. Y un viento ante el que hasta el sol parecía rendirse. El viento agitaba la carpa de una JAIMA clavada entre dos dunas. Dentro volvía a sonar el ritmo, ahora más pausado y definitivamente más agudo, marcado por el martillo del herrero nómada. La hospitalidad brillaba en el rostro del INADAN y el muchacho le saludó con enorme respeto porque, al momento, supo que era esperado. Durante el tiempo que permaneció con los nómadas la poesía de las palabras se sumó a la enseñanza del gesto y al conocimiento que llenaba los silencios.

Allí donde, aparentemente, no había nada todo era esencial, cargado de valor, pleno de sentido.

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LA LEYENDA DEL HIERRO

La canción y sus pies le llevaron al norte, hasta el límite del desierto. A su alrededor los árboles se hacían más escasos y la luz se imponía sobre las sombras. Una roca, algún arbusto retorcido y luego sólo un horizonte infinito de dunas. Y un viento ante el que hasta el sol parecía rendirse. El viento agitaba la carpa de una JAIMA clavada entre dos dunas. Dentro volvía a sonar el ritmo, ahora más pausado y definitivamente más agudo, marcado por el martillo del herrero nómada. La hospitalidad brillaba en el rostro del INADAN y el muchacho le saludó con enorme respeto porque, al momento, supo que era esperado. Durante el tiempo que permaneció con los nómadas la poesía de las palabras se sumó a la enseñanza del gesto y al conocimiento que llenaba los silencios.

Allí donde, aparentemente, no había nada todo era esencial, cargado de valor, pleno de sentido.

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La canción y sus pies le llevaron al norte, hasta el límite del desierto. A su alrededor los árboles se hacían más escasos y la luz se imponía sobre las sombras. Una roca, algún arbusto retorcido y luego sólo un horizonte infinito de dunas. Y un viento ante el que hasta el sol parecía rendirse. El viento agitaba la carpa de una JAIMA clavada entre dos dunas. Dentro volvía a sonar el ritmo, ahora más pausado y definitivamente más agudo, marcado por el martillo del herrero nómada. La hospitalidad brillaba en el rostro del INADAN y el muchacho le saludó con enorme respeto porque, al momento, supo que era esperado. Durante el tiempo que permaneció con los nómadas la poesía de las palabras se sumó a la enseñanza del gesto y al conocimiento que llenaba los silencios.

Allí donde, aparentemente, no había nada todo era esencial,cargado de valor,pleno de sentido.

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